D. Martín María Pedro José Francisco de los Heros y de las Bárcenas (1784-1859).
D. Martín María Pedro José Francisco de los Heros y de las Bárcenas (1784-1859).
MINISTRO DE GOBERNACIÓN.
En la geografía del país Vasco-Navarro se dice de «Martín de los Heros», que fue un ilustre valmasedano, y como tal se le han dedicado importantes calles en Madrid y Bilbao.
En la interesante historia que escribió sobre Valmaseda, afirma que él siempre se consideró valmasedano, porque allí se crio y porque de Valmaseda era su padre, y que el haber nacido en Carranza se debía a un capricho de su madre.
Sin embargo, y a pesar de esas razones, hay que considerarle carranzano. Nació en Manzaneda de la Sierra, en la misma casa en que había nacido su madre doña Rosa de las Bárcenas. Su padre, don José de los Heros e Ita era ciertamente de Valmaseda, pero la ilustre familia de Heros radicó en Molinar de Carranza, de donde salieron don Juan Francisco de los Heros y de la Herrán, Conde de Montarco, y don Nicolás de los Heros y de la Herrán, Caballero de la Orden de Carlos III.
Por fin, sus dos apellidos son originarios del lugar o barrio de los Heros y del de las Bárcenas, pertenecientes al concejo de Ahedo.
Nació en Manzaneda de Sierra el 8 de noviembre de 1784. Sus padres fueron don José de los Heros e Ita y doña Rosa de las Bárcenas y Muñoz.
Destacó mucho en la primera mitad del siglo XIX. A los 20 años, ingresó en el real Cuerpo de Guardias de Su Majestad alcanzando pronto el grado de teniente coronel. Desempeñó los cargos de consejero del Estado, de ministro de la Gobernación, de intendente de la Real Casa, fue senador del reino y miembro de la Real Academia de la Historia, y notable publicista.
En el 1848 escribió la Historia de Valmaseda, publicada por la Junta de Cultura de la excelentísima Diputación de Vizcaya en el 1926, con un prólogo del señor Marqués de Piedras Albas, pariente de Martín de los Heros.
El prólogo, que viene a ser una biografía, los datos que aporta el franciscano P. Lasa, en la Revista Vascongada de Amigos del País (Cuaderno 1.º, pág. 37, año de 1967) y otros tomados de la Historia de Valmaseda, nos ofrecen materia suficiente para trazar su biografía y sus contrastes.
Don José de los Heros e Ita, murió cuando aún eran niños sus hijos; se los encomendó al vicario, del cual dice Heros que era un eclesiástico de los más candorosos y dignos «… a quien en nuestra infancia y mientras vivió le debimos el mayor cariño y los más saludables consejos y cuidados…» y le llama «nuestro amadísimo cuidador». Aunque parece que Heros no acertó a asimilarlos del todo.
En el año de 1804 cursaba leyes en la universidad de Oñate, pero el comportamiento fue poco correcto llamando la atención por sus desobediencias y rebeldías. Martín había sido amonestado y apercibido y hasta multado, por no acatar las disposiciones del Rector de la universidad. Como no había enmienda, se le incoó un proceso, que se halla en la universidad (sección B. Neg. 3, Serie 3, libro 8, exp. 13).
En el 1804, halla dispuesto el Rector por medio de una circular, que los estudiantes matriculados se retiraran a sus casas y posadas al toque de Oraciones en las noches de estudio, y en las que no fuesen de estudio, al toque de Queda.
Heros y algunos compañeros se mostraban reacios a su cumplimiento, y sucedió. según el atestado que levantó el notario de la universidad el 14 de febrero de 1804, que en esa misma fecha, martes de carnaval, fueron llamados a presencia del Rector para responder de por qué la noche anterior habían quebrantado las órdenes y mandatos de la universidad. Respondió Heros con altanería y descaro, que las noches de carnaval eran exceptuadas y privilegiadas en todo el mundo. La réplica del Rector ofendido fue ordenarle, por vía de corrección, que bajara preso a la cárcel y se le sujetara.
Inmediatamente el referido Heros, salió de la sala, y desde la puerta encarándose al Rector le dijo que ni Su Merced ni toda la universidad eran capaces de sujetarle a él. Se dirigió luego a la plaza pública, y delante de la gente que se había congregado, y con desaprobación de todos, puso las manos en el ministro alguacil que fue a detenerlo por mandato del Rector; y desapareció del pueblo.
Ya Heros tenía el propósito de abandonar la universidad habiendo pedido tiempo antes que le dieran de baja en la matrícula. Seis días después del lamentable episodio ingresaba en el Real cuerpo de Guardias de Su Majestad.
El amor a la libertad le había hecho altanero y rebelde. De la libertad escribió en hermosa página patriótica que: «mi vanidad de haber nacido vizcaíno, consiste en haber venido al mundo en un país en que la libertad es inmemorial, y la igualdad ante la ley se cuenta desde el mismo tiempo, sin que pueda decirse otro tanto de ningún pueblo conocido».
En el año de 1820, teniendo el grado de coronel, tomó parte en el levantamiento de Cabezas de San Juan contra el absolutismo de Fernando VII. Ante la invasión de los franceses siguió a los constitucionalistas a Cádiz, y vencidos éstos y abolida la Constitución en el 1823, tuvo que emigrar al extranjero, donde vivió por espacio de doce años.
Tan larga permanencia en país extraño, y los tristes desengaños suavizaron su carácter.
El Marqués de Piedras Albas, su biógrafo, afirma que era de carácter afable, de costumbres austeras, de moral sana.
Una vez vuelto a la patria, se le llamó a desempeñar cargos políticos de mucha responsabilidad como el de consejero del Estado, el de ministro de la Gobernación, y otros.
En el aspecto religioso, a pesar de que el citado biógrafo dice que cumplía fielmente con sus deberes de católico, se advierten cosas extrañas, como si estuviera tocado de ideas volterianas que pudieron prender en la convivencia con personas acatólicas.
En su testamento declara y confiesa que cree todo lo que cree y confiesa la Iglesia Católica, pero manda que se le entierre sin hábitos ni escapularios. En la Historia de Valmaseda narra, com poco respeto, cosas nada edificantes de personas y cosas religiosas.
Murió en Madrid el año de 1859, a los 65 años de edad.
«VALLE DE CARRANZA»
HIJOS ILUSTRES DE CARRANZA
D. MANUEL LÓPEZ GIL
Cura Arcipreste de Soscaño
BILBAO, 1975